Perdonados!!!
Levítico 4.
Ofrendas por el PECADO.
Seguramente te llamó la atención la expresión “si pecare por yerro” (¡queeé!). Esto quiere decir “pecar por ignorancia” (¡aaahhh!).
Muchas veces pecamos a propósito, deliberadamente. Sabemos que no hay que hacerlo y lo hacemos (después inventamos un montón de excusas torpes, pero ese es otro tema), pero en otras oportunidades pecamos ignorando que eso es malo para nosotros. Pero, a pesar de todo, sea a propósito o por ignorancia,
Dios no nos tira con un misil desde el cielo. Es paciente, aunque odia profundamente el pecado que cometimos.
¿Sabes por qué Dios toma esta actitud paciente y perdonadora?
Por dos razones:
1º. Porque así es Dios. Sí, aunque te suene muy simple. Ser paciente, ser perdonador y darnos más oportunidades de las que merecemos es su forma de ser. Pero que te quede claro: Él aborrece el pecado y también nos disciplina cuando es necesario.
2º. Porque Él sabe que tenemos una inclinación natural a pecar y que por nosotros mismos no podemos “ganarle” al pecado. El pecado como poder está en nosotros desde nuestra gestación y seguirá hasta nuestra muerte. Pero esto no significa que podamos pecar libremente o nos excusemos diciendo: “No puedo, no puedo, el poder del pecado me hace pecar, quiero pero no puedo”. ¡Mentiras! Pecas porque quieres no porque estés obligado a hacerlo. Jesús te dio libertad y su vida en la tuya te da un poder mayor al del pecado, el poder y la fuerza para amar la santidad y honrar a Dios.
Cuando pecas, ¿qué tipo de actitudes tomas?
A. ¿Acusas y culpas a otros por lo que decidiste hacer o decir?
B. ¿Le buscas explicaciones, excusas o justificaciones racionales a tu pecado para hacerlo parecer “menos malo” o “menos grave”?
C. ¿Ocultas lo que hiciste poniendo cara de “no pasa nada”, “todo está bien” o “yo jamás haría algo así”?
D. ¿Buscas escapismos para no pensar en lo que hiciste? Videojuegos, T.V., juegos de rol, música, estudiar o trabajar como un loco, dormir todo el día, etc.
E. ¿Reconoces que pecaste y aceptas tu responsabilidad por lo que hiciste, buscando a Dios para confesarle tu pecado y creyendo que Él puede limpiarte y perdonarte completamente?
Solamente esta última opción es la correcta, porque es la única que te soluciona el grave problema del pecado. Sólo Dios puede hacerse cargo de nuestra pecaminosidad, por eso necesitas a Jesús para que su sangre te limpie y su vida te santifique.
Y recuerda que el único pecado que Dios no perdona es aquel que tú no le confiesas.
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