sábado, 19 de marzo de 2011

PARA APRENDER A VIVIR

Éxodo 21 al 23.
¡Tantas leyes y ordenanzas! ¿Qué tiene que ver todo esto con nosotros?
Aunque te parezca increíble tiene muchísimo que ver contigo y conmigo. Las leyes de Dios no son caprichosas, están dadas con objetivos muy claros.
¿Por qué piensas que Dios dejó leyes tan específicas?
La respuesta es muy simple: Si no hubiera leyes todo sería un gran desorden, cada uno impondría sus propias reglas y reinaría el caos. Pero además, las leyes de Dios tienen otro propósito: ellas nos libran de lo malo (malas decisiones, malas actitudes, malas reacciones, malos consejos, malas relaciones…) y nos revelan algo de la forma de ser de Dios. En otras palabras: Nos enseñan a vivir más y mejor. Por ejemplo:
¿Cómo cuidas las cosas que te prestan? (22:26-27). Dios es misericordioso y justo.
¿Cómo tratas y qué hablas de los que son autoridad sobre ti? (22:28). Dios es autoridad y tiene autoridad.
¿Cómo te comportas sexualmente? (22:16,19). Dios es santo.
¿Cómo tratas a los que son de otros lugares o razas? (22:21, 23:9). Dios no hace acepción de personas. Él nos acepta como somos.
¿Cómo debe ser tu actitud ante la idolatría y el ocultismo? (22:18, 20, 23:13, 24). Dios es único y no está muerto. Sólo Él merece nuestra adoración.
¿Cómo hablas? (21:17, 23:1-3, 7). Dios habla verdad y rechaza toda mentira porque Él es verdadero.
¿Cómo es tu relación con los no creyentes? (23:2, 32-33). Dios no participa ni aprueba la maldad. Él juzga a los malos.
¿Qué actitudes tienes hacia aquellos que no soportas? (23:4-5). Dios es amor y perdonador.
¿Son tus actitudes, palabras o reacciones violentas? (21:12, 14-15, 18-22). Dios es un Dios de paz y de paciencia. El no es violento ni agresivo.
¿Te das cuenta?
Piénsalo.
Aunque tantas leyes parezcan “pesadísimas”, no tienen el propósito de privarte la libertad y enjaularte como a un preso “al que le prohiben todo”; por el contrario tienen el propósito de revelarte cómo es Dios y quién es Él para que, respetando su voluntad; disfrutes de todo con libertad. Una libertad que te haga bien y que le haga bien a los que te rodean. Es cierto que muchas de estas leyes eran exclusivas para los israelitas allí en el desierto, y también es cierto que palabras como “ojo por ojo o diente por diente” ya no van más. Pero también es cierto que Dios no cambia, Él es el mismo. Lo que odiaba y juzgaba ayer también lo odia y juzga hoy. Lo que aceptaba y bendecía ayer también lo acepta y bendice hoy, aunque las reglas cambien. Más importante que conocer las reglas y leyes es CONOCER A DIOS, tener una relación personal con Él, saber quien es. No hacer tu propia voluntad, sino la suya. Vivirás mejor que cualquiera de tus amigos, familiares o desconocidos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario